Sombras sobre Unasur
Por: Javier Diez Canseco
La VI Cumbre de Unasur en Lima resultó “un retroceso”, dice el Clarín de Argentina. Se excusaron cuatro jefes de Estado que han sido sus más entusiastas impulsores: Dilma Rousseff de Brasil, Cristina Fernández de Argentina, Evo Morales de Bolivia y Hugo Chávez de Venezuela. Llegó tarde el presidente Correa. Pero lo central fue lo poco trascendente de sus acuerdos. Un detalle: la Declaración Final no se hizo oficial y se limitó a un informe del presidente Humala.
Fue positivo facilitar la residencia en cualquier país sudamericano a los nacionales de los países del subcontinente (avance en crear la ciudadanía sudamericana), el anuncio de 31 proyectos de integración física (varios en curso), del Consejo de Seguridad Ciudadana y contra la delincuencia, del Instituto de Gobierno de Salud y la aprobación de los estatutos del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa. Pero los problemas de fondo de Unasur rebasan este estrecho ámbito y están estancados.
Dos problemas fronterizos engrosaron los problemas de Unasur. El de Colombia con Nicaragua, con reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que Colombia desconoce. Lo que se agrava con su retiro del Pacto de Bogotá que compromete a los Estados sudamericanos a la solución pacífica de diferencias y acepta a la CIJ de La Haya como máximo instrumento para la resolución de diferendos.
Santos, además, ha pedido apoyo a su posición en Unasur, lo que difícilmente apoyaría Venezuela, firme aliada de Nicaragua, además que ello desestabilizaría el acatamiento al próximo fallo de la CIJ de La Haya respecto al diferendo limítrofe marítimo entre Chile y Perú. Este diferendo fronterizo también calienta las relaciones en Unasur dadas las agresivas declaraciones de ex presidentes chilenos poniendo en tela de juicio a la CIJ y casi amenazándola. Además está latente el reclamo de Bolivia a Chile de una salida soberana al mar, perdida en la Guerra del Pacífico.
La situación paraguaya, luego del golpe blanco contra el presidente Lugo por la derecha, sigue sin encontrar salida. Unasur decidió suspender la participación de Paraguay hasta que se garantice una salida democrática y transparente, pero el régimen paraguayo parece decidido a no permitir una misión de observación del próximo proceso electoral. La situación está estancada.
Hay otros problemas fundamentales estancados: la implementación del Banco del Sur, el desarrollo de un fondo de manejo de reservas o el establecimiento de facilidades para el comercio en moneda nacional entre los países, camino a una moneda sudamericana, o el Consejo de Defensa Sudamericano soberano, sin dependencia de EEUU.
Hay serias diferencias respecto a proteger y defender, o no, los mercados internos frente a los intentos de penetración y especulación de capitales de las grandes potencias en crisis, como lo plantean claramente los países del Mercosur. Chile, Perú y Colombia no lo hacen y promueven más bien los TLC y la apertura. Un tema que promueve el desgranamiento de la Comunidad Andina y atrae a Venezuela, Bolivia y Ecuador al Mercosur. Este 6 de diciembre, Bolivia se incorporaría al Mercosur y Ecuador estaría cerca de similar decisión. Ello haría de este espacio uno de mayor dinamismo que Unasur y marcaría el fin de la CAN.
Finalmente, la VI Cumbre resintió el enfriamiento de las relaciones de Brasil con el Perú ante la decisión de comprar aviones coreanos en lugar de los Tucanos brasileños, la negativa a ampliar el plazo a Petrobrás para la exploración y certificación de reservas del lote 58 de Camisea (que llevaría a un arbitraje internacional) y los problemas en implementar el Gasoducto del Sur ante el planteo de Humala de ir por la vía del “gasoducto virtual”. Estos asuntos, además del juego peruano de facilitar la reactivación del TIAR con los EEUU versus el Consejo de Defensa de Unasur, explicarían la ausencia de Dilma de la VI Cumbre.
La impresión brasileña y de otros países sería que el Perú ha virado a privilegiar la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile con EEUU) frente a Unasur. En este marco, el convertir Mercosur en el polo aglutinador iría cobrando peso mientras la presidencia pro témpore de Humala en Unasur se difumina, sin pena ni gloria.